El concepto de “fingir consentimiento” es un mito dañino que no tiene cabida en los debates sobre la agresión sexual. Esta idea suele utilizarse como arma para culpar a las supervivientes y excusar a los agresores. No existe tal cosa como “fingir” consentimiento. El consentimiento es un acuerdo activo, entusiasta y continuo de participar en una actividad sexual. Debe darse libremente, sin presión ni coerción, y es reversible en cualquier momento.
El mito de “fingir consentimiento” ignora la realidad de la dinámica de poder en muchas situaciones en las que las sobrevivientes pueden sentirse presionadas o coaccionadas a decir “sí” debido al miedo, los desequilibrios de poder o las amenazas. Además, este concepto dañino no tiene en cuenta las señales no verbales que son cruciales para comprender el consentimiento. El consentimiento no se trata solo de palabras; el lenguaje corporal, el tono y el contexto son importantes. Alguien puede decir “sí” mientras que su lenguaje corporal muestra claramente incomodidad o renuencia. Esto no es “fingir”: es un desajuste entre la comunicación verbal y no verbal que debería provocar un control, no una luz verde para continuar.
El término "fingir consentimiento" simplifica en exceso situaciones complejas. Los encuentros sexuales pueden ser complicados. Alguien puede dar su consentimiento inicialmente pero cambiar de opinión durante el acto, o puede quedarse paralizado y no poder expresar su incomodidad. Estas situaciones no son ejemplos de "fingir"; ilustran por qué es crucial un consentimiento continuo y entusiasta. Tal vez lo más dañino es que este mito culpa a las sobrevivientes, sugiriendo que de alguna manera son responsables de su agresión. Esto nunca es cierto. La responsabilidad siempre recae en la persona que eligió violar los límites de otra persona.
A las sobrevivientes a quienes les han dicho que "falsificaron su consentimiento" o que están luchando con sentimientos de culpa o de culpabilidad: no es su culpa. Nunca. Sus sentimientos son válidos, sean los que sean. Hay servicios de apoyo disponibles si necesita alguien con quien hablar, y no le debe a nadie una explicación o justificación por su experiencia. Recuerde: la única persona responsable de una agresión sexual es la persona que le hizo daño. Usted es creída, usted es apoyada y no está sola.
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